Guatemala: Un estado en calamidad

Caminante USAC

—Por Olmedo España.

Cada vez que el campo se incendia con más de 500 desastres contra todo lo viviente, o cuando la naturaleza nos arremete con abundantes lluvias, temblores y erupciones volcánicas, los gobernantes hablan de un estado en calamidad.

Esconden con esta mentalidad el verdadero problema del país. Es en este sentido que mi amigo Luis Zurita, con una constante preocupación por la destrucción irracional del entorno natural, me comentaba con relación al mal uso del agua, que en Guatemala existen 200 puntos de este líquido vital, los cuales deberían ser detectados y utilizados con justicia social. En otra oportunidad escuché hablar de este tema a unos especialistas de la Universidad de Almería que nos visitaron. Nuestro interés era recoger una orientación respecto al “problema” del llamado “corredor seco”. La respuesta fue más que evidente: “Ustedes no tienen déficit de agua. El problema es la mala utilización”. Otra delegación integrada por científicos alemanes, quienes estudiaron a fondo este “problema” en el mismo lugar, expuso enfáticamente que podría ser definido como “el corredor seco con agua”.


FINANCIAMIENTO DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR

En términos generales la educación es un proceso caro. Pero más cara resulta la ignorancia. Más cara resulta la falta de médicos, enfermeras, odontólogos, ingenieros, veterinarios, agrónomos, etcétera. Un padre de familia que se ha esforzado por sacar adelante a un hijo profesional, bien podría haber comprado un Mercedes Benz de último modelo si no hubiera tenido ese compromiso económico. Pero… no ha hecho ningún gasto, sino una inversión invaluable, porque en todos esos años ha convertido a un niño en un adulto útil para la sociedad y en ocasiones para el mundo. Este pensamiento lo tenían ya los filósofos desde antes de Cristo.

LA MODERNIDAD FALLIDA

El ciclo independentista latinoamericano, que va de 1810 a 1830 (con la excepción de Cuba y Puerto Rico, que se independizan de España en 1898), fue el primer intento de modernizar capitalistamente la región mediante la fundación de repúblicas según la ideología de la Ilustración francesa y el liberalismo inglés, aunque sin modificar la tenencia de la tierra.


Otro ejemplo fantástico que ilustra nuestra desastrosa y corrupta gestión municipal lo protagonizó un alcalde de esta misma región, o “corredor seco”, cuando un grupo de estudiantes de la Facultad de Farmacia de la Universidad de San Carlos le indicó que la manera de evitar las enfermedades gastrointestinales de la niñez era entubar el agua y hacerla potable. El funcionario respondió que eso no era visto como obra porque el agua se escondía en los tubos y que por lo tanto no le garantizaba votos para la próxima elección.

En fin, al examinar los municipios del país, encontramos una excesiva contaminación de las cuencas y microcuencas. Mal uso del agua, erosión de los suelos, basureros por doquier y una exagerada deficiencia administrativa, amén de la poca transparencia de los recursos financieros. Si de lo micro vamos a lo macro, o sea, al gobierno central, descubrimos los mismos problemas, pero agrandados, con mayor nivel de complejidad y enormes dificultades para resolverlos. Esto nos conduce a considerar Guatemala en un estado de calamidad que no se debe a la ausencia de lluvia, temblores que hacen cimbrar la tierra o erupciones volcánicas, sino a la incapacidad que se expresa en una escasa sensibilidad humana. Ausencia de competencias técnicas, tecnológicas, y planificación estratégica. A lo cual se suma la falta de voluntad política y, por supuesto, el mal que nos aqueja desde hace largos años, la excesiva ambición de los gobernantes de turno de convertirse en hacendados o grandes negociantes, a costa del drama de la nación y por la vía de la corrupción. Lo cual genera, evidentemente, que en épocas electorales haya mayor desgano y rechazo de la ciudadanía a elegir a los que ya han sido electos por minúsculas asambleas partidarias, que no son representativas del pueblo.

Los problemas de Guatemala se asoman trágicamente a la epidermis de su piel. Pero si escarbamos más allá de las ronchitas rojas y dolorosas que cubren el cuerpo enfermo de la nación, descubrimos la ausencia de un verdadero Estado de derecho. Y esto es lo esencial, porque para alcanzar el bienestar en salud física, espiritual, cultural, moral, material, habrá que asumir una actitud que se base en los principios éticos de la vida al servicio de la vida.

Nuestro país ya no está para juegos de apariencias ni discursos incoherentes y desfasados con la realidad doliente de la nación, porque la vida humana está siendo sacudida por la irracionalidad de los que poseen las riquezas y por la actitud poco competente y transparente de los gobernantes de turno y los politiqueros de ocasión. Resulta necesario una actitud juiciosa porque “tanto va el cántaro al río, que al fin se rompe”.  

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